Poesía novísima

El pasado 4 de abril tuvo lugar la octava y última sesión de nuestro club de lectura de poesía. Dedicamos la jornada a la poesía novísima, también llamada la de la generación de los 70. La razón de esta denominación la encontramos en la edición por parte de José María Castellet de una rompedora antología de poetas nuevos, con la que se pretendía renovar el panorama literario de la poesía social de la época, llamada Nueve novísimos poetas españoles.

Pere Gimferrer

El primero de los poetas objeto de lectura y tertulia fue Pere Gimferrer. Los poemas objeto de comentario y lectura fueron extractados en su totalidad de Poemas (1962-1969). Poesía castellana completa.

Todos los lectores coincidieron en señalar aspectos comunes a la poesía gimferreriana. Fueron los siguientes:

  • La dificultad de su lectura.
  • La falta de linealidad.
  • La escritura como un torrente de imágenes aparentemente inconexas.
  • La desbordante imaginación que hay tras cada una de las metáforas y símbolos de los poemas.
  • La gran calidad de todos los textos.
  • El culturalismo.
  • Las referencias a la cultura popular, ante todo al cine.
  • La maestría del autor, que a su vez ejerció como real maestro de ceremonias en la antología de Castellet, llegando a ostentar el tácito cargo de pope de su generación.

Adjuntamos el siguiente poema como muestra de la propuesta poética del barcelonés.

Pequeño y triste petirrojo

Oscar Wilde llevaba

una gardenia en el pico.

Color gris, color malva en las piedras y el rostro,

más azul pedernal en los ojos, más hiedra

en las uñas patricias, ebonita en las ingles de los faunos.

No salgáis al jardín: llueve, y las patas

de los leones arañan la tela metálica del zoo.

Isabel murió, y estaba pálida,

una noche como ésta.

Hay orden de llorar sobre el bramido estéril de los acantilados.

¿Un violín dormirá? ¿Unas camelias?

Y aquel pijama rosa en pie bajo la lluvia.

Antonio Colinas

Contamos con únicamente dos textos de la poesía de Colinas: “Fantasía y fuga en Santillana del Mar” y “Cita con una muchacha sueca entre el Sena y los Campos Elíseos”. Ambos son verdaderas muestras de excelente poesía que sigue la línea marcada por la lírica gimferreriana. A lo señalado anteriormente se sumaron algunas observaciones más como el cuidado por el lenguaje demostrado por estos poetas, que lo hacía ciertamente más inaccesible o elitista. Se comentó también la diferencia sustancial que, en el anterior aspecto, había entre la propuesta novísima y la poesía urbana, de línea clara o también conocida como “poesía de la experiencia”.

Gustaron mucho los poemas de Colinas, tanto o más que los de Pere Gimferrer, por lo que adjuntamos un fragmento:

Fantasía y fuga en Santillana del Mar

Oigo como un rotundo tronar de capiteles

¿Abrirá tras las lomas el mar grutas azules?

Crece el musgo en las uñas de los leones de piedra.

Las ballestas apuntan al vientre de los niños.

El pueblo es un gran árbol de piedra retorcida

y la lluvia no cesa de suavizar su lomo.

En el aire un aroma enfermo de eucaliptos.

Guardaré todo el sueño de esta noche en mi pecho

y volveré a pensar en las hortensias húmedas

del jardín, en la hierba medieval de los claustros.

Francisco Ferrer Lerín

El último de los poetas también llamados formalistas, o de la generación del lenguaje, fue el también barcelonés, aunque afincado en Jaca, Francisco Ferrer Lerín.

Todos los lectores coincidieron en señalar como su rasgo distintivo el hecho de que su poesía no se parece a la de ningún otro poeta. Se subrayó pues su monstruosa originalidad. Quizá el origen de esta genialidad está en que Ferrer Lerín toma como fuentes, temas y tonos de su poesía a los de aquellos lugares menos poéticos o menos frecuentados por la poesía anterior. Así, se ha hablado de sus poemas como ciertamente “antipoéticos”. No en vano, buena parte de ellos han sido confeccionados como poemas en prosa. Ferrer Lerín es, entre otras cosas, algo así como un alucinado visionario. De este modo, no es de extrañar que haya elegido la prosificación de la poesía, lo que también ha sido llamado “novelización”, habida cuenta de que el único futuro para la poesía está en la prosa o en su conversión en novela o en formas que guardan vecindad con la narración.

Se subrayó también el tono tétrico, apocalíptico de sus textos, verdaderos cuentos o parábolas cercanas al mundo del terror. Pero quizá la idea que más consenso alcanzó fue la crudeza y el detallismo con el que Ferrer Lerín detalla las atmósferas que crea en cada una de sus poesías narradas.

Sin duda, junto a la de Gimferrer, se trata de la propuesta novísima más radical de la última historia poética de la lengua española. Por lo tanto, merece ser dignificada por el ejercicio de la lectura.