La poesía de Ana Merino

El jueves 9 de enero de 2020 tuvo lugar la cuarta sesión del “Club de Lectura de Poesía Durán” de Huesca, que dedicamos a la autora Ana Merino.

Ana Merino Norverto (Madrid, 1971) es una novelista, poeta, dramaturga y teórica española de la historieta, ganadora del premio Nadal de novela en 2020 por su obra El mapa de los afectos. Pertenece a la Generación Poética del 2000. Licenciada en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid, realizó una maestría en Columbus, Ohio y el doctorado en la Universidad de Pittsburgh, donde escribió una tesis sobre el cómic en el mundo Iberoamericano. Es hija del escritor José María Merino. Es catedrática y fundadora del MFA de escritura en español en la Universidad de Iowa, el cual dirigió en su primera etapa de 2011 a 2018. Colabora como columnista en El País.

Como escritora, Ana Merino es una excelente poeta. Ha facturado hasta la fecha nueve libros, y los títulos que formaron parte de la antología para trabajar en esta sesión fueron: Preparativos para un viaje, Los días gemelos, La voz de los relojes, Juegos de niños, Compañera de celda y Los buenos propósitos.

Lo primero que se subrayó fue dicha antología mostraba muy bien la evolución poética de la autora, pues se veían muy bien las diferentes etapas por las cuales la autora ha pasado. Se subrayó que la primera de ellas tiende más a la introspección y que la segunda acerca más su voz al afuera, a los problemas del mundo. Se trata de una evolución totalmente coherente con su carrera literaria, pues, como ha indicado ella misma en entrevistas recientes, ha culminado su interés por la palabra y los sentimientos de los otros en la novela por la que ha sido merecedora del premio Nadal.

El hecho de que, como otros poetas vistos en anteriores sesiones, fuese capaz de ver lo sublime de los hechos cotidianos, con total llaneza, y a la vez con hondura, fue muy bien valorado por los asistentes al club. Y es que se dijo que Ana sabe tratar todos los temas típicos de la poesía, pero sin solemnidad y también con un inteligentísimo sentido del humor.

La palabra del niño es una de las mejores formas de renovar el imaginario simbólico que maneja la poesía, tan tendente al convencionalismo y al anquilosamiento. De este modo, las imágenes grotescas, es decir, las que juntan contrarios, así como la imaginación de la infancia, junto a sus juegos y a las asociaciones libres de metáforas y conceptos, son dos de los principales caballos de batalla de su voz poética.

Algunos de los poemas más comentados y mejor recibidos por el grupo fueron aquellos en los que una voz poética femenina se reafirmaba a sí misma con total derecho y conocimiento del sufrimiento al que muchas mujeres se ven sometidas en sus relaciones familiares y de pareja.

Se trata en cualquier caso de una poesía que está llena de verdad, conocimiento y, lo que fue también subrayado por algunos de los asistentes, oficio. El dominio del ritmo, de los silencios, así como de todo aquello que en poesía no debe ser nunca más repetido, hace de su propuesta poética una de las más valiosas de nuestro panorama.

Ana Merino ha sabido renovar el caudal del lenguaje poético a través de una voz femenina culta, responsable y juguetona, que no renuncia a hacer de cualquier materia un instrumento para la poesía tal como hacen los niños, sin distinguir ni despreciar a ninguno de los objetos del mundo y de la vida.